ARTÍCULO DE: Luis Ballesteros Andreu.
Miembro del Observatorio sobre ODS y Justicia Social.//
Según el Banco Mundial cerca de 1000 millones de personas en todo el mundo sufren algún tipo de discapacidad. La consecuencia lógica es que esas personas tienen grandes dificultades para un acceso normal a ciertas posibilidades socioeconómicas según sea el tipo y grado de discapacidad. En los países desarrollados la conciencia de ese problema permite aportar algunas soluciones que disminuyen la desigualdad. No obstante, queda mucho por hacer para que las personas con discapacidad no sufran la enorme injusticia de ver sus derechos limitados por falta de las ayudas necesarias.
En el año 2006, la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad elaboró una serie de principios para ir incorporando los estados. España ratificó esta Convención en 2008.
Por otro lado, la propia Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se compromete a que nadie se quede atrás y para ello es necesario tener en cuenta a las personas con discapacidad. La discapacidad se menciona específicamente en algunas de las metas de los ODS 4, 8, 10, 11 y 17.
No obstante, en los países empobrecidos el problema se agudiza porque, por ejemplo, los niños con discapacidad no suelen tener acceso a la educación mínima necesaria para un desarrollo normal. Y, por si fuera poco, dichas personas con discapacidad, con el déficit de educación que arrastran, no podrán contribuir nunca a la mejora socioeconómica del país eternizando así una pobreza endémica. Instituciones públicas y privadas, gobiernos y ONG, deberán ponerse de acuerdo e implementar medidas para romper el círculo vicioso al que hemos aludido. Pero nada podrá hacer si no existe una previa sensibilización general.
Desde la Fundación Mainel, precursores de este Observatorio sobre ODS y Justicia Social, se han lanzado en esta senda organizar un Congreso Internacional sobre DDHH y Discapacidad, que se celebrará el mes de abril, los 27 y 28: https://derechoshumanos.mainel.org/
Parece que la línea a seguir es la de concienciar a toda la sociedad y animar uno por uno a todos sus componentes a ver el mundo como lo ven las personas ciegas, sordas, o con parálisis de distinta índole. Ponerse en la piel de estas personas será la única fórmula para empezar a cambiar las cosas. Si la sociedad en general es consciente de este problema, y existe una demanda social proporcionada, las fuerzas públicas no tendrán más remedio que buscar soluciones reales.
